El futuro tiene tu nombre de Brenna Watson
Se quitó el camisón y lo dejo sobre la cama revuelta. Luego se volvió y contempló su delgado cuerpo reflejado en la superficie del espejo. El moratón del muslo había comenzado a adquirir un tono amarillento coma igual que el que adornaba su costado derecho. El brazo izquierdo resaltaba, casi como una ofensa coma el más reciente, al que hacía compañía uno de igual color en la muñeca.
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