Casas vacías de Brenda Navarro
Llegué a sentir respeto por las personas que son capaces de hablar y de contar sus emociones. De compartir, de empatizar. Yo sentía que tenía algo atorado entre los pulmones, la tráquea, las cuerdas bucales. Me dolía querer hablar, como cuando una mano te asfixia.
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