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Bertolt Brecht
A los que vendrán después Realmente vivo en tiempos sombríos. La inocencia es locura. Una frente sin arrugas denota insensibilidad. El que ríe es porque todavía no ha oído la terrible noticia. ¡Qué tiempos son estos, en que hablar sobre árboles es casi un crimen porque implica silenciar tanta injusticia! Ese, que cruza tranquilamente la calle, ¿será encontrado cuando los amigos necesiten su ayuda? Es verdad que todavía me gano el sustento, pero creedme: es por casualidad. Nada de lo que hago justifica que yo pueda comer hasta hartarme. Las cosas todavía me van bien (si la suerte me abandonase, estaría perdido). Me dicen: “Come, bebe, alégrate por lo que tienes! Pero… ¿cómo puedo comer y beber si estoy arrebatando al hambriento su comida, y mi vaso de agua le falta al sediento? Y sin embargo continúo comiendo y bebiendo. Me gustaría también ser sabio. Los libros antiguos nos hablan de la sabiduría: consiste en apartarse de los problemas del mundo y, sin temores, dejar que transcurra tranquilamente el tiempo de nuestra breve vida en la tierra, pagar el mal con el bien, no satisfacer nuestros deseos, sino desecharlos. He aquí lo que llaman sabiduría. Pero yo no consigo hacer tales cosas. Verdaderamente vivo en tiempos sombríos. + Leer más |
No pudimos ser amables. Antología poética de Bertolt Brecht
De la infanticida Marie Farrar 1 Marie Farrar, nacida en abril Menor, raquítica, sin rasgos destacables, huérfana Hasta hoy al parecer sin antecedentes Declara así haber asesinado a un niño: Afirma que ya en el segundo mes Con ayuda de una mujer en un sótano Intentó abortar con dos inyecciones Al parecer sin dolor, pero no tuvo éxito. Pero vosotros, os ruego, no montéis en cólera Pues toda criatura necesita de la ayuda de todos. 2 Declara, con todo, haber pagado en el mismo momento Lo que estaba previsto, que siguió ajustándose la ropa Que incluso bebió aguardiente con pimienta molida Pero sólo le causó un fuerte efecto purgante. Su cuerpo iba engordando a ojos vistas Incluso le dolía mucho, a menudo al lavar platos. Ella misma, declara, era todavía muy niña. Rogó a María, llena de esperanza. Pero vosotros, os ruego, no montéis en cólera Pues toda criatura necesita de la ayuda de todos. 3 Pero las oraciones, obviamente, no sirvieron de nada. Demasiado pedir. Sufrió cuando estuvo más gorda Por la mañana mareos en la misa. Con frecuencia La hizo sudar el miedo, a menudo debajo del altar. Pero la circunstancia la mantuvo en secreto Hasta que llegó el parto. Sucedió Que nadie creyó en serio que ella Con tan poco encanto, pudiera caer en tentación. Pero vosotros, os ruego, no montéis en cólera Pues toda criatura necesita de la ayuda de todos. 4 Aquel día, declara, muy temprano Fregando la escalera, fue como si unas uñas Arañaran su vientre. Le causó escalofríos. Logró, con todo, ocultar el dolor. Todo el día, mientras tendía la ropa Fue como si le estallara la cabeza, entonces Se dió cuenta de que iba a parir y al instante Un peso sintió en el corazón Hasta tarde no subió a su cuarto. Pero vosotros, os ruego, no montéis en cólera Pues toda criatura necesita de la ayuda de todos. 5 La llamaron una vez cuando estaba en la cama: Había caído nieve y debía barrerla. Así hasta las once. Había sido un día largo. Solo de noche pudo parir en paz. Y dio a luz, así lo afirma, a un niño. El niño era exactamente igual que cualquier niño. Ella no era como las otras, sin embargo: No hay ninguna razón para burlarme de ella. Pero vosotros, os ruego, no montéis en cólera Pues toda criatura necesita de la ayuda de todos. 6 Así que quiero, pues, seguir contando Qué es lo que pasó con este niño (Ella no quería, afirma, ocultar nada) Para que quede claro cómo somos tú y yo. Declara que poco después de acostarse Sintiendo fuertes náuseas y encontrándose sola No sabiendo qué podía pasar Con esfuerzo se obligó a no dar gritos. Pero vosotros, os ruego, no montéis en cólera Pues toda criatura necesita de la ayuda de todos. 7 Con sus últimas fuerzas, así afirma Ya que en el cuarto también hacía mucho frío Se arrastró hasta el retrete y allí también (No recuerda ya cuándo) parió sin más A eso del amanecer. Que se quedó, confiesa En un estado de total confusión. Entonces Apenas podía agarrar al niño, ya medio congelada Pues entra nieve en el retrete que usan los criados. Pero vosotros, os ruego, no montéis en cólera Pues toda criatura necesita de la ayuda de todos. 8 Entonces entre el retrete y el cuarto, afirma Antes de pasar nada, el niño se puso a llorar Eso la irritó tanto, afirma, que sin parar Con ambos puños, ciegamente, declara Lo golpeó hasta que se calló el niño. Acto seguido, acostó al muerto A su lado durante el resto de la noche Y lo escondió en el lavadero al amanecer. Pero vosotros, os ruego, no montéis en cólera Pues toda criatura necesita de la ayuda de todos. 9 Marie Farrar, nacida en abril Muerta en la prisión de Meissen Madre soltera, declarada culpable, quiere Mostraros las penurias de toda criatura. Vosotras, que parís entre ábanas limpias Y que llamáis "bendito" a vuestro vientre hinchado No condenéis a los débiles infames Pues grave fue su pecado, pero grande, su pena. Pero vosotros, os ruego, no montéis en cólera Pues toda criatura necesita de la ayuda de todos. + Leer más |
Vida de Galileo. Madre Coraje y sus hijos de Bertolt Brecht
¡Qué pena una nación sin héroes! ¡Qué pena una nación que necesita héroes! |
La edad de la inocencia