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Carrusel de Berta Dávila
Una escritora que no escribe nunca es una tierra estéril. Una escritora que no escribe se parece a la mujer que observa un campo de maíz seco, resignada a ver cómo todo se pudre después de las primeras lluvias de octubre. Aunque no haya nada que recoger, las dos saben que es necesario segar igualmente. En cualquier caso, conviene escoger: o segar eso que ocupa el lugar en el que algo diferente debería nacer o tratar de olvidar el territorio donde antes sembrábamos y abandonar para siempre la labor ingrata de depositar en él la palabra escrita. Siempre es posible quemar la tierra labrada y marcharse sin mirar atrás.
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