Aristóteles y Dante descubren los secretos del universo de Benjamin Alire Saenz
Nos volvimos a reír. No podíamos parar. Me pregunté de qué nos reíamos. ¿Era solo por nuestros nombres? ¿Nos reíamos porque sentíamos alivio? ¿Estábamos felices? La risa era otro de los misterios de la vida. (pg. 21)
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