La tragedia del girasol de Benito Olmo
Aquel hombre estaba enamorado, decidió, y no le había dado mayor importancia de haberse tratado de un enamoramiento sano, sensato. Sin embargo, lo que tenía ante él respondía más bien a un sentimiento enfermizo, que colapsaba la parte más racional de su cerebro y le nublaba el juicio y la capacidad de pensar por sí mismo, convirtiéndolo en un títere en manos de aquella mujer. "Como un girasol - se dijo -, condenado hasta el fin de sus días a segir el movimiento del sol que le da la vida; el mismo sol que al cabo de unas semanas se la quitará, achicharrándolo".
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