Ríos de Londres de Ben Aaronovitch
—¿Ya tienes lo que has venido a buscar? —preguntó. —La tele es mía —dije. Me respondió que me la llevase cuando quisiera. —¿Qué es lo que vio en ti? —preguntó, y negó con la cabeza—. ¿Cómo pudieron elegirte a ti como guardián de la llama secreta? Me pregunté qué diablos sería la llama secreta. —Me imagino que habrá sido cuestión de suerte. No se dignó a responderme. Me dio la espalda y se puso a buscar de nuevo dentro de los baúles. Me pregunté qué sería lo que buscaba en realidad. |