Serenidad sagrada de Audrey Carlan
Quería fingir que esa conexión profana con él era solo física. ¿Quería conocer mejor su cuerpo? Sí. ¡Dios santo! Sí, y un millón de veces sí. Pero hacerlo acabaría con todo aquello por lo que había trabajado y ya no sería la persona que quería ser para el hombre con el que algún día me casaría, con el que tendría hijos y con el que pasaría el resto de mis días. No creía probable que ese instructor de Tantra fuera ese hombre, pero ¡ah, cuánto me tentaba!
|