Una fórmula para el amor de Arwen Grey
Deseaba a su mejor amigo de un modo que no tenía nada de amigable. Se descubría a sí misma en ensoñaciones absurdas en las que Greg se le declaraba y todo se solucionaba por arte de magia. La fórmula reaparecía por sí sola y Jeff acababa en chirona, como se merecía por romperle el corazón. Pero la vida real no era tan sencilla. Simplemente, la magia no existía. Y la suerte era algo que tampoco se le daba demasiado bien. |