Una fórmula para el amor de Arwen Grey
Greg se volvió hacia ella y le colocó una mano tibia contra la mejilla, acariciándosela suavemente con el pulgar. Fue tan tierno que Sienna sintió unos deseos abrumadores de besarle. Como si le leyera el pensamiento, Greg se inclinó y colocó su cabeza a escasos centímetros de la de ella, con sus labios a sólo un suspiro de los de ella. —Juntos para siempre, ¿o ya no te acuerdas?—dijo, recordándole la promesa que habían hecho una Nochevieja, hacía mil años, cuando llevaban encima algo más que dos copas de más. Entonces, Greg completó el movimiento y rozó sus labios con los de ella, en un gesto que no llegó a ser un beso, pero que, sin embargo, hizo que los latidos del corazón de Sienna redoblaran su ritmo. |