Sidi de Arturo Pérez-Reverte
“–¿Me permites acompañarte? La sorpresa del otro se trocó en estupor. –¿Conoces la oración de la tarde? –Las conozco todas. –¿También las rakaat?... ¿Los movimientos? –Sí. –Pero eres cristiano. –Rezamos al mismo Dios, que es uno solo –Ruy Díaz empezó a descalzarse, quitándose las huesas–. La ilaha ilalahu… o hay otro dios que Dios, Mahoma es el mensajero de Dios y Jesucristo otro gran profeta… ¿No es cierto? Asintió el moro complacido. –Ésa es una gran verdad. –No veo, entonces, ninguna razón que nos impida orar juntos. Se quedó el moro inmóvil y en silencio. –Eres un hombre extraño, Sidi –dijo al fin. –No, rais Yaqub –cumpliendo el ritual, Ruy Díaz se pasaba una mano mojada por la cara–. Solo soy un hombre de frontera.” |