Memorias de una geisha de Arthur Golden
Nadie es capaz de hablar honestamente de sus sufrimientos hasta que ha dejado de sentirlos.
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Memorias de una geisha de Arthur Golden
Nadie es capaz de hablar honestamente de sus sufrimientos hasta que ha dejado de sentirlos.
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Memorias de una geisha de Arthur Golden
La adversidad es semejante a un vendaval. Y no me refiero sólo a que nos impida ir a lugares a los que no de ser por ella habríamos ido. También se lleva de nosotros todo salvo aquello que no se puede arrancar, de mpdo que cuando ha pasado nos vemos como realmente somos, y no como nos habría gustado ser.
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Memorias de una geisha de Arthur Golden
Nadie es capaz de hablar honestamente de sus sufrimientos hasta que ha dejado de sentirlos
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Memorias de una geisha de Arthur Golden
-¿Cual es la clave de su éxito? -No intento vencer al hombre con el que estoy enfrentado, intento vencer su confianza. Una mente empañada por la duda no puede enfocar claramente el camino de la victoria. Dos hombres son iguales solo cuando tienen el mismo grado de confianza en ellos mismos. |
Memorias de una geisha de Arthur Golden
Lo que hice, lo hice llevada por lo que siento por usted, cada paso que he dado en mi vida desde que era niña lo he dado en la esperanza de acercarme a usted.
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Memorias de una geisha de Arthur Golden
—(…) No nos hacemos geishas para tener una vida gratificante. Nos hacemos geishas porque no tenemos elección.
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Memorias de una geisha de Arthur Golden
Hay veces en las que el silencio es la respuesta más inteligente.
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Memorias de una geisha de Arthur Golden
La casa donde vivíamos en el pequeño puerto de Yoroido era una «casita piripi», como la llamaba yo entonces.
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Memorias de una geisha de Arthur Golden
—No puedo creer que la historia del perro no sea cierta —dijo cuando terminó de beber. Yo creí apreciar que arrastraba las palabras—. ¿Cómo te vas a inventar algo así? —¿Que cómo me lo iba a inventar? La cuestión es cómo puedes creerlo tú. Los perros no se ponen azules. Ni rojos. Y los demonios no existen. |
Memorias de una geisha de Arthur Golden
No nos hacemos geishas para tener una vida gratificante. Nos hacemos geishas porque no tenemos elección.
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Memorias de una geisha de Arthur Golden
La pena es una cosa extraña, nos deja totalmente desamparados. Es como una ventana que se abriera sola, la habitación se queda fría, y lo único que podemos hacer es tiritar. Pero cada vez se abre un poco menos, hasta que un día nos preguntamos qué habrá pasado con ella.
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Memorias de una geisha de Arthur Golden
A veces la única forma de superar la adversidad es imaginarse como sería el mundo si nuestros sueños se hicieran realidad.
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Memorias de una geisha de Arthur Golden
Un equilibrio entre lo bueno y lo malo puede abrir la puerta del destino
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Memorias de una geisha de Arthur Golden
Entre los hombre, vestidos con oscuros trajes occidentales o con kimono, sobresalían los brillantes colores de algunas geishas, como hojas de otoño en las cenagosas aguas de un río
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Memorias de una geisha de Arthur Golden
No nací ni me eduqué para ser una de las famosas geishas de Kioto. Ni siquiera nací en Kioto. Soy hija de un pescador de Yoroido, un pueblecito de la costa del Mar de Japón.
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Memorias de una geisha de Arthur Golden
Sinceramente no me gusta tener delante de mi lo que no puedo alcanzar.
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Memorias de una geisha de Arthur Golden
Ahora sé que nuestro mundo no es nunca más permanente que una ola que se eleva sobre el océano
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Memorias de una geisha de Arthur Golden
Nadie es capaz de hablar honestamente de sus sufrimientos hasta que ha dejado de sentirlos
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Gregorio Samsa es un ...