Neimhaim. Los hijos de la nieve y la tormenta de Aranzazu Serrano Lorenzo
Contagiado por su miedo, Saghan miró sus manos, que se volvían grises. Había algo más. -¡No puedo oír! -exclamó. Algo le sacudió las entrañas,como un rayo, y se derrumbó sobre sus rodillas. Buscó alguna clase de explicación en el dasarin, pero él observaba todo aquello sin decir nada, expectante como un animal ante el peligro. De forma inexplicable, todo volvió a la normalidad. Como si una borrasca hubiera pasado. -¿Qué ha ocurrido? -siseó Vije. Todavía estremecida, tocó sus cabellos blancos, la tex nívea de nuevo. Él no contestó. No sabía la respuesta y tampoco podía disimular su preocupación. Estrechó a Vije en sus brazos y trató de ofrecerle el alivio que él mismo no sentía. -Un buen truco para captar la atención de las mujeres. Yo, lo reconozco, soy más tradicional -Carraspeó, el dasarin se volvió hacia la muchacha y se postró con una reverencia. |