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Neimhaim. Los hijos de la nieve y la tormenta de Aranzazu Serrano Lorenzo
Entre los Antiguos existía la creencia de que si una mujer daba a luz dos criaturas, una arrebataría el alma a la otra, así que debían entregar la más débil a la Señora Oscura. Pero Süro y Arinka, incapaces de matar a uno de sus hijos, desobedecieron la ley. Dejaron atrás la tierra que los vio nacer y, perseguidos por los suyos, se separaron en la huida. Arikna tomó a su hija, a quen llamó Djendel, y se adentró en las llanuras neblinosas. Süro buscó refugio en una larga cordillera montañosa, llevándose consigo a su hijo, a quien puso por nombre Kranyal. Cada uno tomó camino con la esperanza de reencontrase. Ellos no podían saberlo, pero jamás volverían a verse. (...) Los pequeños crecieron ignorando que tenían un hermano -continuó con los ojos entornados-. Y con el tiempo se hizo evidente que a cada uno le faltaba una parte importante de su ser: la pequeña Djendel carecía del arrojo y el amor por la lucha y las armas, talentos del corazón; y el pequeño Kranyal ignoraba la serenidad y el espírituo equilibrado con todos los seres vivos, aptitudes del alma. Eran dos mitades opuestas. Ambos fueron educados en sus propias habilidades, y con el paso del tiempo desarrollaron éstas por encima de las demás, hasta llegar a compensar sus carencias. Crecieron y, al hacerse adultos, Kranyal encontró esposa y Djendel encontró esposo. Cada uno fundó su numerosa familia, tan vas que cada una de ellas dio origen a un clan con nombre propio. + Leer más |