La abadía de los crímenes de Antonio Gómez Rufo
- ¿No os importa quedaros sin camarera a vuestro servicio, señor? - preguntó con malicia la reina. (La reina se está refiriendo a que su dama de corte, la princesa Violante de Hungría, debe regresar con ella a palacio quedando el rey sólo en el convento) - De ningún modo - respondió con la misma malicia don Jaime -. Ardo en deseos de que la conozcáis mejor. Algún día será la reina. - Ya - se rindió doña Leonor-. Lo comprendo. - De Hungría - aclaró el rey, sonriendo mientras se doblaba en una reverencia exagerada a su esposa. (pág. 310) |