Harald el vikingo ) de Antonio Cavanillas De Blas
El Vikingo no consentía el menor abuso o prepotencia. Era calmoso, noble, accesible, nada altanero. Adornaba su fuerza con un carácter manso, como uno de esos grandes canes que buscan a los perdidos montañeros en medio del glacial. Acompañaba cualquier prédica con su mejor sonrisa. Solo si era atacado sacaba a relucir su casta y una fe en la victoria que lo hacía invencible. |