La pequeña librería de los corazones solitarios de Annie Darling
Y luego estaban los libros. Las estanterías estaban rebosantes de libros, todos y cada uno esperando a que alguien los comprara para poder emprender juntos una aventura y enamorarse profundamente. Tal vez las palabras impresas en la página fueran las que el lector llevaba mucho tiempo oyendo en lo más profundo de su alma pero que nunca había podido decir en voz alta. Cada libro era una promesa para su lector de que, por muchas pruebas y vicisitudes que encontrara en la vida, todavía había finales del tipo felices para siempre jamás. |