La pequeña librería de los corazones solitarios de Annie Darling
Todavía sigo esperando a que aparezca por la puerta a la carrera, loca de emoción con algún libro que ha estado leyendo hasta altas horas de la madrugada
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La pequeña librería de los corazones solitarios de Annie Darling
Todavía sigo esperando a que aparezca por la puerta a la carrera, loca de emoción con algún libro que ha estado leyendo hasta altas horas de la madrugada
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La pequeña librería de los corazones solitarios de Annie Darling
Y luego estaban los libros. Las estanterías estaban rebosantes de libros, todos y cada uno esperando a que alguien los comprara para poder emprender juntos una aventura y enamorarse profundamente. Tal vez las palabras impresas en la página fueran las que el lector llevaba mucho tiempo oyendo en lo más profundo de su alma pero que nunca había podido decir en voz alta. Cada libro era una promesa para su lector de que, por muchas pruebas y vicisitudes que encontrara en la vida, todavía había finales del tipo felices para siempre jamás. |
La pequeña librería de los corazones solitarios de Annie Darling
No tenía sentido explicarle a Sebastian lo mágico que era abrir un libro nuevo y aspirar ese maravilloso olor tan característico. Hablarle del olor casi terroso y… sí, polvoriento, de los libros antiguos. De la sensación reconfortante de notar el peso de una novela sobre el regazo, o de dejar que las páginas se humedezcan y ricen un tanto cuando lees en la bañera.
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La pequeña librería de los corazones solitarios de Annie Darling
—¡Ay, Sebastian —replicó cortante—, supuestamente, el autoproclamado hombre más maleducado de todo Londres! —Ni supuestamente ni autoproclamado ni nada de eso —respondió Sebastian con la actitud petulante de autosuficiencia que ya había perfeccionado para cuando cumplió los diez años, y ante la que Posy no podía evitar apretar los puños de rabia—. Lo ha publicado el Daily Mail, y el Guardian también, así que debe de ser verdad. |
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—La literatura de chicas no tiene nada de malo —anunció—. Lo único malo es que a esas novelas escritas eminentemente para mujeres, sobre mujeres y por mujeres se le atribuya con tono burlón y displicente el nombre de «literatura de chicas», como dando a entender que carece totalmente de mérito literario.
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Así que en realidad era bastante fácil odiar a Sebastian, pero también era muy muy fácil apreciar su belleza.
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Annie Darling
En mi opinión, todas las grandes manifestaciones literarias y artísticas se inspiran en el amor. Y cuando se pasa por momentos difíciles no hay mejor cura que leer una novela que te garantice un final tipo felices para siempre.
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