Porciones de felicidad de Anne Ostby
—Qué tontería —fue todo lo que dijo Kjell cuando le contó lo de Fiyo—. ¿De qué me estás hablando? ¿Te has vuelto loca? Eres demasiado… Se detuvo a tiempo, pero Ingrid oyó la palabra mientras se detenía dentro de sus labios. Vieja. Eres demasiado vieja. Su hermano, solo cuatro años menos que ella, al parece se sentía cualificado para decidir qué tipo de oportunidades habían caducado para ella. Mudarse el Pacífico Sur era, obviamente, una de ellas. |