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Anne Jacobs
La mansión de paredes de ladrillo situada al otro lado resplandecía: era como un castillo de ensueño en medio de un parque otoñal
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Anne Jacobs
La mansión de paredes de ladrillo situada al otro lado resplandecía: era como un castillo de ensueño en medio de un parque otoñal
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La villa de las telas de Anne Jacobs
Así iban las cosas en esa mansión distinguida con tato servicio. Eran malévolos y mezquinos, se perjudicaban los unos a los otros y los más débiles se llevaban los palos.
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Tiempos de tormenta: La mansión de Anne Jacobs
Nunca encontraban tiempo de verdad para ellos, siempre estaban ocupados con la reforma de la vieja residencia familiar, a la que Franziska se dedicaba con una pasión que rayaba en la obsesión. ¿Acaso la antigua casa era mucho más importante para ella que él? ¿Un montón de piedras, madera y tejas tenían más valor para ella que la persona a la que amaba?
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Tiempos de tormenta: La mansión de Anne Jacobs
En esa situación es uno se vuelve pragmático, estás más allá del miedo a la muerte. Vivir es el lema en esos momentos. Y vivir significa más que seguir vivo.
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Tiempos de tormenta: La mansión de Anne Jacobs
Ahora tenía que procurar que sus pensamientos no salieran volando como una bandada de pájaros. Así era con los recuerdos. Una vez abierta la puerta, salían a la luz todos a la vez.
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Tiempos de tormenta: La mansión de Anne Jacobs
Era de locos empezar una nueva vida a los setenta y tantos años. No se pueden trasplantar viejos árboles. Las raíces ya no se agarraban y la más mínima ráfaga de viento lo tumbaba. Walter no era de la misma opinión. Aquel nuevo tramo de su vida significaba cerrar un círculo. Cumplía una promesa hecha mucho tiempo atrás. Tarde, pero aún a tiempo.
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Tiempos gloriosos: La mansión de Anne Jacobs
La guerra, reflexionó Franziska. ¿Cómo se le podía explicar a esa joven, que había crecido en el bienestar y la seguridad, lo que significa la guerra? Arbitrariedad. Nada de leyes. Odio que se descarga sobre los débiles. Sobre los inocentes. Porque los culpables no están al alcance.
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Tiempos gloriosos: La mansión de Anne Jacobs
Ay, la guerra. Esa guerra cruel y sin sentido. ¡Lo había destruido y aniquilado todo! ¿Se curarían algún día las heridas que había abierto?
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Tiempos gloriosos: La mansión de Anne Jacobs
Estas paredes han presenciado ciento treinta y cinco años el devenir de la familia Von Dranitz, han acogido nacimientos y muertes, diversión y dolor, amor y odio, respiran mi historia, me pertenecen, y yo a ellas.
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La villa de las telas de Anne Jacobs
- Es humillante vivir del dinero de otros -afirmaba-. ¿Para qué estoy yo en este mundo? Todo cuanto debo hacer es estar bonita y mantener la compostura durante todo el día. Encima, de mí se espera que me case con un hombre favorable a nuestra posición social y los negocios de papá.
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Las hijas de la villa de las telas de Anne Jacobs
Por mucho que luchara a favor del progreso de la humanidad y la soberanía del pueblo, en los asuntos privados era muy conservador. Una mujer no debía parecer , sino mantener la . Cabello largo, falda larga y carácter suave. Y no veía con buenos ojos que las mujeres fumasen; era vulgar. También rechazaba el uso de lápiz de labios y esmalte de uñas.
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La villa de las telas de Anne Jacobs
el pecado atrae siempre la desgracia. No me gusta tener pecados en el alma porque pesan demasiado en el Juicio del Señor y me podrían costar la vida eterna… |
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Las hijas de la villa de las telas de Anne Jacobs
"La guerra se había estancado, estaba agazapada como un espíritu malvado en la tierra y devoraba todo lo que podía; pan y carne, hombres y niños, dinero, caballos, gasolina, jabón, leche. Nunca parecía darse por satisfecha. [...] "
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La villa de las telas de Anne Jacobs
La mansión de paredes de ladrillo situada al otro lado resplandecía: era como un castillo de ensueño en medio de un parque otoñal.
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Nacida para seducir