Tiempos gloriosos: La mansión de Anne Jacobs
No quería otra cosa —reconoció, cansada—. Y sigo queriéndolo. Sea lo que sea lo que le hayan hecho a esta vieja casa, es mi hogar, mi patria. Estas paredes han presenciado ciento treinta y cinco años el devenir de la familia Von Dranitz, han acogido nacimientos y muertes, diversión y dolor, amor y odio, respiran mi historia, me pertenecen, y yo a ellas.
|