La inquilina de Wildfell Hall de Anne Brontë
Esta flor no es tan fragante como una flor del verano, pero ha soportado penalidades que ninguna de ellas podría sufrir: la fría lluvia del invierno ha bastado para alimentarla y su débil sol, para calentarla; los helados vientos no le han hecho perder el color, ni han roto su tallo, y la dura helada no la ha marchitado. Mira, Gilbert, sigue fresca y lozana como cualquier otra flor, aun con la fría nieve sobre sus pétalos. ¿La quieres?
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