Éxodo de Anissa B. Damom
Contuve el aire, incapaz de respirar, y de pronto sentí una dolorosa punzada en el pecho. Me llevé la mano hacia ahí, repentinamente mareada. Mi corazón latió con tal fuerza que me hizo retroceder, un único latido que bombeó un intenso dolor por todo mi cuerpo. Un espasmo brutal al cruzar mis ojos con los suyos. Era un chico, pero no uno cualquiera, más bien como una sombra, oscura, siniestra y fascinante.
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