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Tú no eres como otras madres de Angelika Schrobsdorff
Al leer sus cartas de ese tiempo es cuando comprendo con claridad el pánico que debía de desatar en ella aquel salto de la «estrechez judía» al «ancho mundo cristiano». La estrechez al menos le brindaba protección y arropamiento, en tanto que la vastedad del mundo cristiano en apariencia casi no tenía orilla. No era solo lo completamente distinto de ese otro mundo: se trataba de la vida completamente distinta en ese mundo, su completamente distinta esfera personal en ese universo, del ser completamente distinto —por masculino y no burgués— en su propia esfera. ¿Cómo iba a cumplir con todo aquello, ella que siempre anduvo atada a la cuerda y se había criado en un ambiente de esterilidad física que la dejó en la ignorancia absoluta sobre el lado sexual del matrimonio?
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