La cámara sangrienta de Angela Carter
Los temores infantiles crearon la carne y los tendones; los miedos más tempranos y arcaicos, el miedo a ser devorada. La bestia y su carnívora cama de huesos, y yo, blanca, temblorosa, novata, acercándome a él como si, al ofrecerme a mí misma, le estuviera ofreciendo la llave de un reino pacífico donde su apetito no necesitaría de mi extinción.
|