Los bastardos reales de Andrew Shvarts
Allí estábamos, ante aquella cabaña derruida, buscados por la provincia entera para darnos muerte, con una banda de mercenarios brutales tras nuestros pasos y, aún así, en aquel momento, me sentí... ¿segura? ¿Protegida? ¿Querida? Sentí como si me hubiese pasado la vida entera a la intemperie y por primera vez hubiese entrado en una casa acogedora con un fuego crepitante. Miré a mi alrededor, de una cara a otra. Todos sabíamos lo mismo. Estábamos en esto juntos. Hasta el mismísimo final. |