Andrés Zelada

—¿El… sesgo de género? —se atrevió a preguntar. Intuía que no le iba a gustar la respuesta.

—Intentamos evitar que las mujeres acaben todas en las cocinas y en la lavandería mientras los tíos se dedican a poner poses épicas a la vez que levantan casas y aran campos, no sé si me entiendes. —La voz de Helena restalló como un látigo. Gabriel decidió ignorarla. ¿Pero de qué iba esa loca del coño?

¿Sabes lo que es llegar a una casa donde no hay nadie despierto ni lo habrá en horas?