El valle oscuro de María Andrea Tomé
—Yo no soy nadie. Momoko se encogió de hombros. —Eres importante para mí. |
El valle oscuro de María Andrea Tomé
—Yo no soy nadie. Momoko se encogió de hombros. —Eres importante para mí. |
Entre dos universos de María Andrea Tomé
Me di cuenta de que jamás encontraríamos el momento perfecto. Así que cogí el momento y lo hice perfecto.
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El valle oscuro de María Andrea Tomé
Sus ojos estaban hinchados, rojos, y en sus mejillas podían adivinarse los regueros de sal de las lágrimas. Pero seguía ardiendo y brillando y seguía sin importarle demasiado que yo fuese buraku, porque enseguida me invitó a entrar y me abrazó y me besó como si la guerra estuviese ya en nuestra puerta. |
El valle oscuro de María Andrea Tomé
Me abrazó por tercera vez antes de separarnos. Oh, cómo me gustaría vivir en ese abrazo. Y en todas las veces que la piel de Momoko rozó la mía, y en todas nuestras conversaciones en el acantilado y en todos los mensajes encerrados en una botella de cristal arrojada al océano. Sería una existencia suficiente. Sería una existencia en la que no me sentiría demasiado cobarde o demasiado pequeña o demasiado estúpida. Sería una existencia en la que no me sentiría sola.
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El valle oscuro de María Andrea Tomé
—...Cuidate mucho —dije, dándole un beso en la mejilla. Solo un segundo. Solo un pequeño gesto antes de girarnos y tirar cada una por nuestro lado. De haber sido un chico, todo habría sido diferente. Pero era una chica. Y, a fin de cuentas, las chicas se besan entre sí todo el tiempo. Madres e hijas. Hermanas. Amigas. Sin embargo, la piel de Jun todavía me quemaba los labios cuando llegué al conservatorio. |
El valle oscuro de María Andrea Tomé
Piel contra piel. Podía contar las pecas que cuarteaban sus mejillas y podía repasar con el índice las cicatrices que dividían su labio superior y su ceja izquierda. Podía preguntarle por las historias que se escondían detrás de cada corte. Podía dibujar una constelación uniendo los lunares de su cuello. Podía construirme una casita en su risa y quedarme a vivir allí, donde la muerte no podía tocarme.
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El valle oscuro de María Andrea Tomé
Los libros y las ideas pueden ser muy peligrosos, Momo-chan, especialmente en los días que vivimos.
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El valle oscuro de María Andrea Tomé
Si te quedas callado ante las injusticias, estás del lado de las injusticias.
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El valle oscuro de María Andrea Tomé
Noto su presencia en cuanto entra en la habitación. ¿Cómo describirlo? La luz parece bañar de nuevo mi oscuridad. La siento en mis huesos y en mi pecho. Es como si mi cuerpo, finalmente, se reencontrase con su alma.
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El valle oscuro de María Andrea Tomé
Sus besos seguían sabiendo a jazz y a bienvenida. Incluso entre los tenno heika banzai. Incluso entre el horror. Sus besos me decían: "Esta será siempre tu casa". |
El valle oscuro de María Andrea Tomé
Ojalá no me hubiese casado. Ojalá no fuese mujer de esta manera. La quería con la fuerza del mundo colapsándose. |
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El valle oscuro de María Andrea Tomé
...tan hermosa como solo ella puede ser, bondad y valentía goteando por sus grietas. La quiero. La quiero. La quiero. |
El valle oscuro de María Andrea Tomé
La acaricié. Podía leerla como si fuese braille y, si me quedase totalmente ciega, no me harían falta mapas para saber definir las líneas de su cuerpo.
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El valle oscuro de María Andrea Tomé
Pensaba en Momoko constantemente. El fuego de su mirada. El modo en el que se retiraba el pelo de los ojos para luego recordar que había dejado expuesta su ceguera. Su risa, que parecía fragmentarse como el cristal. El tacto de sus dedos sobre mi piel y el reflejo de la luna en sus manos cuando se agachaba para lanzar una botella al mar. Cómo me hacía sentir que estaba en casa incluso cuando me encontraba en un faro o en una playa o en un sótano en el que ocultaban a una baronesa.
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El valle oscuro de María Andrea Tomé
...creo que mamá, instintivamente, siempre lo supo. Hay ciertas cosas que no podemos ocultar, los sentimientos sobre todo, por más que pongamos empeño en ello.
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El valle oscuro de María Andrea Tomé
Supongo que lo primero que debes saber sobre las personas es que pueden crecer dentro de ti y cambiarte; lo segundo que aprendes es que llega un momento en el que dejan de ser solo personas. Es posible que alguien te importe tanto que, sencillamente, deje de ser solo humano.
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El valle oscuro de María Andrea Tomé
Me abrazó tan fuerte que pensé que el mundo se colapsaría. En aquel momento, con su cara tan cerca de la mía y sus brazos rodeando mi pecho, todas las estrellas podrían haberse caído del cielo y no me habría importado.
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El valle oscuro de María Andrea Tomé
Nos abrazamos. Ahuyentamos a nuestros propios miedos, relegándolos al espacio cada vez más pequeño entre nuestros cuerpos.
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El valle oscuro de María Andrea Tomé
Momoko rio. Ojalá tuviese una botellita especial para conservar aquella risa. |
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