El río de Ana María Matute
No es fácil sentir piedad a los diez años. se siente admiración, miedo, estupor, desprecio. Pero la piedad es un sentimiento adulto, un tanto gastado, como el propio corazón. A los diez años se ama locamente cualquier cosa: la hierba, el aire, el amigo, las propias manos. No se apiada uno de nada, ni de si mismo.
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