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Rosas amarillas para conquistar a la señorita Remington de Ana F. Malory
(…) tomó el camino que conducía a los rosales. Era su lugar favorito del jardín, porque le gustaban las rosas, en especial las amarillas. Eran flores hermosas y delicadas, pero a la vez temibles, con sus grandes y afiladas espinas; le fascinaban. Le recordaban un poco a sí misma: de apariencia frágil y fuerte carácter. Quizás por eso la cautivaban.
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