Dos copas y una noche de Ana Alvarez
-No, Mónica. Porque me gustas mucho, porque no he podido olvidar Oviedo y he vivido dos años con la esperanza de volver a encontrarte. Y ahora que o he hecho, no te voy a dejar ir sin más. Puedes decirle a tu Ernesto que si quiere conservarte va a tener que hacerlo mejor y luchar por ti, porque yo no voy a renunciar. Y mucho menos después de esto -dijo, y le puso la mano la mano de nuevo en el pecho para rozar el pezón con el pulgar.
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