Estupor y temblores de Amélie Nothomb
¿Cómo podrías amar a alguien si tienes un molde de yeso en lugar de corazón?
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Estupor y temblores de Amélie Nothomb
¿Cómo podrías amar a alguien si tienes un molde de yeso en lugar de corazón?
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Estupor y temblores de Amélie Nothomb
Una belleza que ha sobrevivido a tantos corsés físicos y mentales, a tantas coacciones, abusos, absurdas prohibiciones, dogmas, asfixia, desolación, sadismo, conspiración de silencio y humillaciones. Una belleza así constituye un milagro de heroísmo.
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Ordeno y mando de Amélie Nothomb
"-- Ni idea. Siempre tengo miedo, creo que forma parte de la vida. -- Y sólo el champán consigue disipar este miedo. El champán contiene etanol, que es el mejor quitamanchas. Hay que concluir que el miedo es una mancha. Bebamos, Sigrid, para limpiarnos Pimplé la copa. Los gélidos sorbos me ensancharon la mente." (Pág.120). |
Ordeno y mando de Amélie Nothomb
"Siempre me han gustado las tareas monótonas y estúpidas. De no ser así, ¿cómo habría podido trabajar tanto tiempo en una oficina? Me gusta sentirme operativo sin tener el cerebro crispado por el esfuerzo. Es mejor que la inacción, te libera la cabeza de la angustia. Las hermosas ensoñaciones se producen en los trabajos más estúpidos. Este piloto automático no impide que la materia gris siga analizando la actividad de un modo jugoso..." (Pág.73).
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Ordeno y mando de Amélie Nothomb
"Quería comerme la vida a bocados, sentir la exaltación de la existencia. Para conocer la embriaguez de navegar mar adentro, nada mejor que adoptar la identidad de un desconocido." (Pág.29).
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Metafísica de los tubos de Amélie Nothomb
"Desde hace mucho tiempo, existe una inmensa secta de imbéciles que oponen sensualidad e inteligencia. Es un círculo vicioso: se privan de placeres para exaltar sus capacidades intelectuales, lo cual sólo contribuye a empobrecerles. Se convierten en seres cada vez más estúpidos, y eso les reconforta en su convicción de ser brillantes, ya que no se ha inventado nada mejor que la estupidez para creerse inteligente. El deleite, en cambio, nos hace humildes y admirativos con lo que produce, el placer despierta la mente y la empuja tanto a la virtuosidad como hacia la profundidad. [...] Uno se cruza a veces con gente que, en voz alta y fuerte, presume de haberse privado de tal o cual delicia durante veinticinco años. También conocemos a fantásticos idiotas que se alaban por el hecho de no haber escuchado jamás música, por no haber abierto nunca un libro o no haber ido nunca al cine. También están los que esperan suscitar admiración a causa de su absoluta castidad. Alguna vanidad tienen que sacar de todo eso: es la única alegría que tendrán en la vida." (Págs.33-34). . + Leer más |
Metafísica de los tubos de Amélie Nothomb
"La mirada es una elección. El que mira decide fijarse en algo en concreto y, por consiguiente, a la fuerza elige excluir su atención del resto de su campo visual. Ésa es la razón por la cual la mirada, que constituye la esencia de la vida, es, en primera instancia, un rechazo. Vivir significa rechazar. Aquel que todo lo acepta vive igual que el desagüe de un lavabo." (Págs.17-18). |
Metafísica de los tubos de Amélie Nothomb
"Los ojos de los seres vivos poseen la más sorprendente de las virtudes: la mirada. De las orejas de las criaturas no decimos que poseen una "escuchada", ni de sus narices que poseen una "olida" o una " aspirada".[...] ¿Cuál es la diferencia entre los ojos que poseen una mirada y los ojos que no la poseen? Esa diferencia tiene un nombre: la vida. La vida comienza donde empieza la mirada." (Pág.8). |
Higiene del asesino de Amélie Nothomb
El olvido es un océano gigantesco en el que tan solo navega un buque, que es la memoria.
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Cosmética del enemigo de Amélie Nothomb
Desgraciadamente, la vida no es tan perfecta como nos gustaría.
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Metafísica de los tubos de Amélie Nothomb
Los ojos de los seres vivos poseen la más sorprendente de las virtudes: la mirada. No existe nada tan singular. De las orejas de las criaturas no decimos que poseen una «escuchada», ni de sus narices que poseen una «olida» o una «aspirada». ¿Qué es la mirada? Ninguna palabra puede aproximarse a su extraña esencia. Y, sin embargo, la mirada existe. |
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Ácido sulfúrico de Amélie Nothomb
Cuanto más hablamos de Concentración, cuanto más subrayamos su atrocidad, mejor funciona. La solución es el silencio.» Los medios de comunicación le proporcionaron un eco fabuloso a esa voluntad de mutismo. ¡CALLÉMONOS!, eran los titulares de las revistas. |
Ácido sulfúrico de Amélie Nothomb
Creen estar en una posición de fuerza porque nos ven y nosotros no les vemos a ustedes. Se equivocan, ¡les veo! Miren mi ojo, leerán en él tanto desprecio que tendrán la prueba de ello; ¡les veo! Veo a aquellos que nos miran estúpidamente, también veo a los que creen mirarnos inteligentemente, a los que dicen: «Miro para ver hasta dónde pueden llegar los que se rebajan», y que, al hacerlo, se rebajan todavía más que ellos. ¡El ojo estaba dentro de la televisión y les miraba!
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Ácido sulfúrico de Amélie Nothomb
Llegó el momento en que el sufrimiento de los demás ya no les bastó: tuvieron que convertirlo en espectáculo.
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Diario de Golondrina de Amélie Nothomb
Aquel espacio de sufrimiento y plenitud ya no ocupaba mi pecho, que ya no se sentía nunca más ni dañado ni irrigado. En su lugar, había una bomba mecánica fácil de ignorar.
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Pétronille de Amélie Nothomb
Beber intentando evitar la embriaguez resulta tan deshonroso como escuchar música sacra protegiéndose contra el sentimiento de lo sublime.
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Pétronille de Amélie Nothomb
La embriaguez no se improvisa. Es competencia del arte, que exige dar y cuidar. Beber sin ton ni son no lleva a ninguna parte.
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Higiene del asesino de Amélie Nothomb
Aunque por la noche ceno bastante ligero. Me conformo con cosas frías, como unos chicharrones, cuajada de cerdo, tocino crudo, el aceite de una lata de sardinas (las sardinas no me gustan demasiado, pero perfuman el aceite: tiro las sardinas, guardo el jugo y me lo tomo tal cual). Dios mío, ¿qué le ocurre? —Nada. Siga, por favor. —No tiene buen aspecto, se lo aseguro. Con eso, me tomo un caldo muy grasoso que he preparado antes: durante dos horas, pongo a hervir unas cortezas de tocino, pies de cerdo, unas rabadillas de pollo, huesos con mucho tuétano y una zanahoria. Le añado un cucharón de manteca de cerdo, quito la zanahoria y lo dejo enfriar durante veinticuatro horas. Sí, me gusta beberme este caldo cuando está frío, cuando la grasa se ha endurecido y forma una tapa que lustra los labios. Pero no tema, no desperdicio nada, no crea que tiro a la basura unas carnes tan delicadas. Tras esa larga ebullición, han ganado en untuosidad, en proporción a lo que han perdido en jugo: estas rabadillas de pollo cuya grasa amarilla ha adquirido una consistencia esponjosa son una delicia... ¿Pero qué le ocurre? —No... no lo sé. Claustrofobia, quizá. ¿Podría abrir una ventana? + Leer más |
La guerra del fin...