Para convertir a las chicas en monstruos de Amanda Lovelace
dicen que si pones una rana en una olla con agua que hierve poco a poco, se acostumbra tanto a la familiaridad del dolor que yace tranquila allí toda la vida. yo era esa rana, salvo que no necesitaba que me convencieran para entrar a la olla estaba tan desesperada por tener un lugar cálido donde estar y acurrucarme que di el salto sin que tuvieras que pedírmelo. -el ciclo |