Confesiones de un hijo del siglo de Alfred de Musset
¡Oh, Dios mío!, una mujer me habla del amor, y me engaña; un hombre me habla de amistad, y me aconseja el libertinaje para distraerme; otra mujer llora, quiere consolarme con sus piernas; una Biblia habla de Dios, y me responde: "Quizás todo es indiferente".
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