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Irremediablemente de Alfonsina Storni
Soy un alma desnuda en estos versos, alma desnuda que angustiada, sola va dejando sus pétalos dispersos. |
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Irremediablemente de Alfonsina Storni
Soy un alma desnuda en estos versos, alma desnuda que angustiada, sola va dejando sus pétalos dispersos. |
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Alfonsina Storni
Voy a dormir Dientes de flores, cofia de rocío, manos de hierbas, tú, nodriza fina, tenme prestas las sábanas terrosas y el edredón de musgos escardados. Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame. Ponme una lámpara a la cabecera; una constelación; la que te guste; todas son buenas; bájala un poquito. Déjame sola: oyes romper los brotes... te acuna un pie celeste desde arriba y un pájaro te traza unos compases para que olvides... Gracias. Ah, un encargo: si él llama nuevamente por teléfono le dices que no insista, que he salido... |
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Irremediablemente de Alfonsina Storni
HOMBRE Hombre, yo quiero que mi mal comprendas hombre, yo quiero que me des dulzura, hombre, yo marcho por tus mismas sendas; hijo de madre: entiende mi locura. |
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Mascarilla y trébol de Alfonsina Storni
EL HIJO Se inicia y abre en tí, pero estás ciega para ampararlo y si camina ignoras por flores de mujer o espada de hombre, ni qué alma prende en él, ni cómo mira. Lo acunas balanceando, rama de aire, y se deshace en pétalos tu boca porque tu carne ya no es carne, es tibio plumón de llanto que sonríe y alza. Sombra en tu vientre apenas te estremece y sientes ya que morirás un día por aquél sin piedad que te deforma. Una frase brutal te corta el paso y aún rezas y no sabes si el que empuja te arrolla sierpe o ángel se despliega. |
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Ocre de Alfonsina Storni
Epitafio para mi tumba Aquí descanso yo: dice Alfonsina El epitafio claro, al que se inclina. Aquí descanso yo, y en este pozo, Pues que no siento, me solazo y gozo. Los turbios ojos muertos ya no giran; Los labios, desgranados, no suspiran. Duerme mi sueño eterno a pierna suelta, Me llaman y no quiero darme vuelta. Tengo la tierra encima y no la siento, Llega el invierno y no me enfría el viento. El verano mis sueños no madura, La primavera el pulso no me apura. El corazón no tiembla, salta o late, Fuera estoy de la línea de combate. ¿Qué dice el ave aquella, caminante? Tradúceme su canto perturbante: “Nace la luna nueva, el mar perfuma, “Los cuerpos bellos báñanse de espuma. “Va junto al mar un hombre que en la boca “Lleva una abeja libradora y loca: “Bajo la blanca tela el torso quiere “El otro torso que palpita y muere. “Los marinos sueñan en las proas, “Cantan muchachas desde las canoas. “Zarpan los buques y sus claras cuevas “Los hombres parten hacia tierras nuevas. “La mujer que en suelo esta dormida, “Y en su epitafio ríe de la vida. “Como es mujer, grabó en su sepultura “Una mentira aún: la de su hartura”. + Leer más |
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Ocre de Alfonsina Storni
SALUDO AL HOMBRE Con mayúscula escribo tu nombre y te saludo, hombre, mientras depongo mi femenino escudo en sencilla y valiente confesión de derrota. Omnívoro: naciste para llevar la cota y yo el sexo, pesado como carro de acero y humilde (se delata su función de granero). Brindo por tu adiestrada libertad, la soltura con que te sientes hijo claro de la natura, y lector aplicado de aquél su abecedario que enseña el solo verbo que es interplanetario. Mas, no con gesto humilde, instintivo, anhelante, tu pecho, se deforma en boca del lactante. No se ajusta a tu carne pasajera belleza que se acrece con artes que lo son de pereza: tu juventud, más alta, se hace de pensamientos (las ideas son rosas, y rosas los ungüentos...) ¿No eres el Desligado, Sire, por excelencia? ¡Salud! en versos te hago mi fina reverencia. |
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Ocre de Alfonsina Storni
PALABRAS A UN HABITANTE DE MARTE ¿Será verdad que existes sobre el rojo planeta, Que, como yo, posees finas manos prehensiles, Boca para la risa, corazón de poeta, Y un alma administrada por los nervios sutiles? Pero en tu mundo, acaso, ¿se yerguen las ciudades Como sepulcros tristes? ¿Las asoló la espada? ¿Ya todo ha sido dicho? ¿Con tu planeta añades A la Vasta Armonía otra copa vaciada? Si eres como un terrestre, ¿qué podría importarme Que tu señal de vida bajara a visitarme? Busco una estirpe nueva a través de la altura. Cuerpos hermosos, dueños del secreto celeste De la dicha lograda. Mas si el tuyo no es éste, Si todo se repite, ¡calla, triste criatura! |
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Ocre de Alfonsina Storni
PALABRAS A DELMIRA AGUSTINI Estás muerta y tu cuerpo, bajo uruguayo manto, Descansa de su fuego, se limpia de su llama. Sólo desde tus libros tu roja lengua llama Como cuando vivías, al amor y al encanto. Hoy, si un alma de tantas, sentenciosa y oscura, Con palabras pesadas va a sangrarte el oído, Encogida en tu pobre cajoncito roído No puedes contestarle desde tu sepultura. Pero sobre tu pecho, para siempre deshecho, Comprensivo vigila, todavía, mi pecho, Y, si ofendida lloras por tus cuencas abiertas, Tus lágrimas heladas, con mano tan liviana Que más que mano amiga parece mano hermana, Te enjugo dulcemente las tristes cuencas muertas. |
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Ocre de Alfonsina Storni
ENCUENTRO Lo encontré en una esquina de la calle Florida Más pálido que nunca, distraído como antes, Dos largos años hubo poseído mi vida... Lo miré sin sorpresa, jugando con mis guantes. Y una pregunta mía, estúpida, ligera, De un reproche tranquilo llenó sus transparentes Ojos, ya que le dije de liviana manera: -¿Por qué tienes ahora amarillos los dientes? Me abandonó. De prisa le vi cruzar la calle Y con su manga oscura rozar el blanco talle De alguna vagabunda que andaba por la vía. Perseguí por un rato su sombrero que huía... Después fue, ya lejana, una mancha de herrumbre. Y lo engulló de nuevo la espesa muchedumbre. |
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Languidez de Alfonsina Storni
El ensayo Si el corazón me fuera percutido Pudiera ser que resonara a muerto. Pero pudiera ser que diese ruido De pájaros cantores en un huerto. Es verdad que a morir, desde nacido, Este buen corazón se va ensayando, Pero, ensayos de un drama no aprendido, Así vive, cayendo y levantando. Las veces que ha cambiado de postura No son una por cierto, sino cien, Que el arte de morir es cosa dura Se ensaya mucho y no se aprende bien. |
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Languidez de Alfonsina Storni
Pecho blanco Porque yo tengo el pecho blanco, dócil, inofensivo, debe ser que tantas flechas que andan vagando por el aire toman su dirección y allí se clavan. Tú, la mano perversa que me hieres, se aquello es tu placer, poco te basta; mi pecho es blanco, es dócil y es humilde: suelta un poco de sangre... luego, nada. |
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Languidez de Alfonsina Storni
El León Entre barrotes negros, la dorada melena Paseas lentamente, y te tiendes por fin Descansando los tristes ojos sobre la arena Que brilla en los angostos senderos del jardín. Bajo el sol de la tarde te has quedado sereno Y ante tus ojos pasa, fresca y primaveral, La niña de quince años con su esponjado seno: ¿Sueñas echarle garras, oh, goloso animal? Miro tus grandes uñas, inútiles y corvas; Se abren tus fauces; veo el inútil molar, E inútiles como ellos van tus miradas torvas A morir en el hombre que te viene a mirar. El hombre que te mira tiene las manos finas, Tiene los ojos fijos y claros como tú. Se sonríe al mirarte. Tiene las manos finas, León, los ojos tiene como los tienes tú. Un día, suavemente, con sus corteses modos Hizo el hombre la jaula para encerrarte allí, Y ahora te contempla, apoyado de codos, Sobre el hierro prudente que lo aparta de ti. No cede. Bien lo sabes. Diez veces en un día Tu cuerpo contra el hierro carcelario se fue: Diez veces contra el hierro fue inútil tu porfía. Tus ojos, muy lejanos, hoy dicen: para qué. No obstante, cuando corta el silencio nocturno El rugido salvaje de algún otro león, Te crees en la selva, y el ojo, taciturno, Se te vuelve en la sombra encendido carbón. Entonces como otrora, se te afinan las uñas, Y la garganta seca de una salvaje sed, La piedra de tu celda vanamente rasguñas Y tu zarpazo inútil retumba en la pared. Los hijos que te nazcan, bestia caída y triste, De la leona esclava que por hembra te dan, Sufrirán en tu carne lo mismo que sufriste, Pero garras y dientes más débiles tendrán. ¿Lo comprendes y ruges? ¿Cuando escuálido un gato Pasa junto a tu jaula huyendo de un mastín Y a las ramas se trepa, se te salta al olfato Que así puede tu prole ser de mísera y ruin? 3 © UCLES 2013 0488/03/O/N/13 Alguna vez te he visto durmiendo tu tristeza, La melena dorada sobre la piedra gris, Abandonado el cuerpo con la enorme pereza Que las siestas de fuego tienen en tu país. Y sobre tu salvaje melena enmarañada Mi cuello delicado sintió la tentación De abandonarse al tuyo, yo como tú, cansada, De otra jaula más vasta que la tuya, león. Como tú contra aquélla mil veces he saltado, Mil veces, impotente, me volví a acurrucar. ¡Cárcel de los sentidos que las cosas me han dado! Ah, yo del universo no me puedo escapar. + Leer más |
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Irremediablemente de Alfonsina Storni
ABANDONO Así, nutrida en el calor humano que de tu mano asciende por mi mano afloja el alma su doliente empeño. ¡Oh, que dulce beleño este abandono de la vida toda, es inefable boda de la carne y el sueño! |
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El dulce daño de Alfonsina Storni
Parásitos Jamás pensé que Dios tuviera alguna forma. Absoluta su vida; y absoluta su norma. Ojos no tuvo nunca: mira con las estrellas. Manos no tuvo nunca: golpea con los mares. Lengua no tuvo nunca: habla con las centellas. Te diré, no te asombres: Sé que tiene parásitos: las cosas y los hombres. |
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El dulce daño de Alfonsina Storni
III Oh, viajero, viajero, conversa con la Muerte y dile que no impida mi camino, de suerte que me allegue a la roca, que conozca la gruta, que retorne a mis labios el sabor de la fruta. Oh, viajero, viajero, conversa con la Muerte y dile que me deje cortar flores, de suerte que mis manos se vean bellamente cubiertas por capullos de rosas y por rosas abiertas. Cómo ella me dejara, lentamente, viajero, coronada de mirtos, bajo sol agorero, emprendería marchas hacia el nuevo sendero. |
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El dulce daño de Alfonsina Storni
Fue un noche tranquila. ¿La recuerdas, amado? Íbamos silenciosos: caminaba a tu lado, tu brazo sobre el mío. Mi cabeza caía bajo no sé qué peso de la melancolía. |
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La inquietud del rosal de Alfonsina Storni
Todos todos tenemos una hora cobarde una hora de hastío cuando muere la tarde. |
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Mascarilla y trébol de Alfonsina Storni
EL CIELO Casas destartaladas las ESTRELLAS; en sus camas, sin sábanas, ALUMBRANDO el ronco animal hembra y los desnudos sexos al SOL picados y rapaces. Y la BOCA del ser abierta toda PARA TRAGAR LOS MARES DE LA MUERTE y las guerras saltando por los techos del solar habitado del espacio. ¡Ay!, qué poeta inmenso abrió el torrente del engaño, que pudo darme el cielo -atroz de llanto y de miseria- alzado en un jardín de FLORES diminutas, como niños que juegan, con su antorcha a no toparse en el azul camino! |
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Mascarilla y trébol de Alfonsina Storni
Una máscara griega, enmohecida en las romanas catacumbas, vino cortando espacio a mi calzante cara. El cráneo un viejo mármol carcajeante. El Nuevo Continente sopló rachas de trópico y de sud y abrió sus soles sobre la testa que cambió su acanto en acerados bucles combativos. En un cuerpo de luna, tan ligero que acunaban las rosas tropicales, un órgano, tremendo de ternura, me dobló el pecho. Mas ¿por qué sus sones contra el cráneo se helaban y expandían por la burlesca boca acartonada? |
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Mascarilla y trébol de Alfonsina Storni
RUEGO A PROMETEO Agrándame tu roca, Prometeo; entrégala al dentado de la muela que tritura los astros de la noche y hazme rodar en ella, encadenada. Vuelve a encender las furias vengadoras de Zeus y dame látigo de rayos contra la boca rota, mas guardando su ramo de verdad entre los dientes. Cubre el rostro de Zeus con las gorgonas; a sus perros azuza y los hocicos eriza en sus sombríos hipogeos: He aquí a mi cuerpo como un joven potro piafante y con la espuma reventada salpicando las barbas del Olimpo. |
Me gustas cuando callas porque estás como ausente. Distante y dolorosa como si hubieras muerto. Una palabra entonces, una sonrisa bastan. Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto