El nacimiento de Alexéi Varlámov
La furia se desvaneció y lo embargó la tristeza. “Dios, ¿Por qué nos odiamos de esta forma? ¿Hasta dónde puede un hombre odiar a otros? ¿Y por qué?”. Se acordó de aquella noche de octubre en la que estuvo deambulando por la ciudad, topándose con las personas más diversas, todas llenas de odio, y pensó que el odio era contagioso, que se transmite de persona a persona y llega hasta lugares tan alejados de cualquier tipo de querella como las maternidades donde, por el contrario, debería acumularse el amor.
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