El club de los eternos 27 de Alexandra Roma
Nuestra existencia es tan ínfima que, si la comparas con las estrellas, no somos nada. Algo pasajero. Fugaz. Perecedero. Un cometa que surca el cielo y cuyo rastro acaba apagándose. Hay que asumirlo. Nunca seremos eternos y probablemente no nos recordarán pasados cien años. Nuestro nombre se perderá. Nadie se acordará del sonido de nuestra risa. Nadie sabrá a qué olía nuestro pelo recién lavado.
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