Hasta que el viento te devuelva la sonrisa de Alexandra Roma
Siempre he tenido una teoría. Tal vez sea una tontería, pero para mi es completamente cierta. Una de esas verdades del corazón. Pienso que cuando dos personas que se quieren se despiden y cada una toma una dirección, no pueden resistirse y, en el último segundo, se dan la vuelta para observar una vez más a la otra persona, como si la fuerza magnética de los propios sentimientos tomase el control y no lo pudiese evitar. Lo hice temerosa de toparme con la silueta de su espalda alejándose. Me encontré con sus ojos negros. Los dos nos habíamos girado. La señal. Nueva York volvía a sonar a hogar. |