Océano mar de Alessandro Baricco
-Quizás el mundo sea una herida y alguien esté cosiéndola en aquellos dos cuerpos que se mezclan-.
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Océano mar de Alessandro Baricco
-Quizás el mundo sea una herida y alguien esté cosiéndola en aquellos dos cuerpos que se mezclan-.
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Alessandro Baricco
Puesto que la desesperación era un exceso que no le pertenecía, se volvió hacia lo que había quedado de su vida y empezó de nuevo a ocuparse de ello, con la inquebrantable tenacidad de un jardinero en su trabajo la mañana siguiente a una tempestad.
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Seda: Edición Ilustrada de Alessandro Baricco
Como cumpliendo un extraño precepto, a dondequiera que fuese, aquel hombre andaba en una soledad sin condiciones, y absoluta.
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Seda: Edición Ilustrada de Alessandro Baricco
Llovía su vida, frente a sus ojos, espectáculo quieto.
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Seda de Alessandro Baricco
Decía Baldabiou que a veces venían desde París para hacer el amor con Madame Blanche. Al regresar a la capital, lucían en la solapa de sus trajes de etiqueta pequeñas flores azules, las que ella llevaba siempre entre los dedos, como si fueran anillos.
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Seda de Alessandro Baricco
Aquella muchacha continuaba mirándolo con una violencia que imponía a cada una de sus palabras la obligación de sonar memorables.
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Seda de Alessandro Baricco
Ni siquiera llegué a oír nunca su voz. (…) Es un dolor extraño. (…) Morir de nostalgia por algo que no vivirás nunca.
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Seda de Alessandro Baricco
Mil veces buscó los ojos de ella y mil veces ella encontró los suyos. Era una especie de triste danza, secreta e imponente.
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Seda de Alessandro Baricco
¿Y en dónde queda, exactamente, ese tal Japón? -Siempre derecho hacia allá. Hasta el fin del mundo. |
Seda de Alessandro Baricco
De vez en cuando, en los días de viento, bajaba hasta el lago, y pasaba horas mirándolo, puesto que, dibujado en el agua, le parecía ver el inexplicable espectáculo, leve, que había sido su vida.
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Seda de Alessandro Baricco
No estaba hecho para las conversaciones serias. Y un adiós es una conversación seria.
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Seda de Alessandro Baricco
Parecía un catálogo de huellas de pequeños pájaros, compilado con meticulosa locura. Era sorprendente pensar que, por el contrario, eran signos, es decir, cenizas de una voz quemada.
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Seda de Alessandro Baricco
Tal vez sea que la vida a veces da tales vueltas que no queda ya absolutamente nada que decir.
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Seda de Alessandro Baricco
Mil veces buscó los ojos de ella y mil veces ella encontró los suyos. Era una especie de triste danza, secreta e impotente.
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Seda de Alessandro Baricco
No queda ya tiempo para huir ni fuerza para resistirse, tenía que ser este instante, y en este instante es, créeme, amado señor mío, este instante existirá, de ahora en adelante, existirá, hasta el final.
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Seda de Alessandro Baricco
Era 1861. Flaubert estaba acabando Salammbó, la luz eléctrica era todavía una hipótesis y Abraham Lincoln, al otro lado del océano, estaba combatiendo en una guerra cuyo final no vería.
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City de Alessandro Baricco
el dolor es como un disparo, te hace saltar te parece que no hay remedio, que es algo irremediable, definitivo , el problema es que no te lo esperas, ése es el meollo de la cuestión, que cuando eres joven el dolor no te lo esperas, y te sorprende, y es el estupor lo que te jode,
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¿A quien baila Raquel en la fiesta en la casa de los hidalgo?