Tema libre de Alejandro Zambra
Reconocemos libros que nos cambiaron la vida y tendemos a ser fieles al recuerdo de esas lecturas. Pero también cambiamos como lectores, a veces radicalmente. Dicen que nos convertimos en escritores cuando dejamos de identificarnos con el protagonista y empezamos a identificarnos con el autor. No con el narrador, sino con el autor: con la persona que fue capaz de multiplicarse en unos cuantos personajes, de diseñar minuciosamente el edificio novelesco. Me gusta esa idea, que sin embargo supone una derrota: llega, en efecto, un momento en que dejamos de identificarnos con el protagonista, porque atendemos más bien a las señas estructurales, a los detalles técnicos, pero quizás sea mejor decir, simplemente, que ya no buscamos lo que antes buscábamos. No por eso somos mejores lectores, aunque, bendecidos por las credenciales de la docencia o el ceño fruncido del crítico literario o los tics del escritor, lo parezcamos, lo parecemos. |