Joseph Balsamo: Memorias de un médico de Alejandro Dumas
No tenía muchos deseos de habérselas con el comisario, pues hubiera ido a parar a manos de M. de Sartines, a quien agradaba mucho leer los papeles de jóvenes como Marat, y mandar a los autores de esos soberbios escritos a esas casas de meditación llamadas Vincennes, la Bastilla, Charenton y Bicètre.
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