Las cosas que no decimos de Alejandro D. Martínez Martín
—Ya —se encogió de hombros y avanzó hacia él—. Tienes razón, no te conozco y no tenemos confianza. Ni me debes nada por ayudarte. Pero la única forma de conocernos es hablar, por eso intento hacerlo —se encogió de hombros y sonrió—. No creía que fuera algo tan malo, solo intentaba ser amable.
|