Senderos de Iberia de Alejandro Cortell Fuster
La jornada siguiente se celebraba una de las festividades más señaladas del mundo íbero, el equinoccio de primavera, en que se realizaban danzas y ofrendas a lo largo de todo el día, tanto de productos del campo como animales, dedicadas a Aius, la diosa de la naturaleza. Era práctica común en toda Iberia y se trataba de un acto al que nadie podía dejar de acudir, con tal de rendir culto a la deidad que proporcionaba las bases de su alimentación a las gentes de aquella época.
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