La vida descalzo de Alan Pauls
¿Por qué se soñará tanto en la playa? En Cabo Polonio, supongo, para compensar los efectos de un cierto síndrome de abstinencia. El lugar no tiene luz eléctrica —no hay cine, no hay televisión, no hay computadoras—, y es tan indigente que las formas de comunicación publicitaria más elaboradas que tolera son las pintadas de la política municipal (Chiruchi Putazo, decía una de hace dos veranos destinada, según me contaron, a segar de raíz la carrera de un candidato a intendente) y los afiches de los cigarrillos Nevada, que, indiferentes a todo, casi comunistas en su intransigencia, se limitan a reproducir con orgullo la clásica bicromía —rojo, verde— de la marca. En otras palabras: si se sueña mucho es porque la playa es un territorio libre de imágenes.
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