Entre los rotos de Alaíde Ventura Medina
"Las palabras de papá eran navajas y él lo sabía. Iba clavándolas una por una, hasta que el dolor era inaguantable. Me quedaba en silencio, petrificada. Soportaba estoicamente que él terminara de vomitar el desprecio que sentía por todo lo que yo amaba. Papá me lastimaba sin tocarme. Me tenía amarrada con una correa invisible que podía jalar cada vez que quisiera." (Pág.98).
|