Entre los rotos de Alaíde Ventura Medina
"La primera guerra a veces es la casa. La primera patria perdida, la familia. Un esposo puede ser un buen cómplice. Un hijo también llega a serlo. Al perro le hace falta el don de la palabra. Pero el papel de cómplice primordial está reservado para el hermano, único testigo verdadero de la masacre. Mi hermano habrá tomado anotaciones distintas o puesto atención a detalles que yo he pasado por alto. Es fundamental no olvidar que caminamos juntos y que hoy nos aterrorizan idénticos monstruos." (Pág.13).
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