Última generación de Agustina Caride
Esa mañana habían enterrado a otro, ya era el segundo en el mes y el mes recién empezaba. El aire estaba quieto, no en calma sino estancado. Ni un eco, ni un sonido. Kintukewun caminaba bordeando el pie de la montaña en busca de maguey. Era tradición, después de despedir a un muerto, endulzar la vida de quienes lo habían acompañado. Pero ese invierno el frío no estaba dejando crecer los frutos. ¿Es el clima?, se preguntaba.
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