La nieve interminable de Agustín Fernandez Paz
Entonces aún no sabíamos que la blancura que se posaba sobre nosotros no era más que el comienzo de la gran nevada que llegaría después y que nos aislaría del mundo. Y mucho menos podíamos sospechar que, en el transcurso de esta forzada incomunicación, nos ocurrirían los sucesos terribles que quiero contar aquí. Unos hechos tan reales como las paredes de esa habitación en la que escribo, tan reales como la nieve que cae y cae incesante sobre nosotros, como si algún dios airado hubiera decidido sepultarnos para siempre.
|