Iba pensándolo mucho tiempo, siempre he ido escribiendo cosas y cada vez que terminaba un disco me planteaba la idea de escribir un poemario. Aunque el lenguaje de la poesía y el de las canciones es cercano creo que hay bastantes diferencias. A lo largo de mi vida he escrito muchas canciones y he sentido que me ha faltado espacio o contexto para tratar determinados temas o hacerlo de la manera que más me apetecía, esa es la pulsión primera como para querer escribir poemas o algo distinto a canciones. Cuando terminé el último disco de León Benavente decidí volver a vivir a Galicia, después de vivir mucho tiempo en Madrid, me mudé a un pequeño pueblo (siempre me ha gustado trabajar en lugares muy tranquilos, donde pueda concentrarme, preferiblemente estar solo), con la idea ya de juntar algún material que tenía por ahí, escribir otras cosas y ver a dónde me iba llevando eso que parece un sentimiento que no se materializa en nada, el volver a tus raíces treinta años después siendo la misma persona pero siendo una persona distinta, algo muy poderoso que hace que salgan cosas. Por otro lado, mi relación con Belén Bermejo, editora de Espasa, una persona con la que empecé a relacionarme porque venía mucho a los conciertos o a charlas que he dado sobre música y literatura, ella siempre me animaba a escribir, a publicar algo y aquí estamos.
Obviamente la canción tiene algo que limita de por sí, una melodía, una estructura, las canciones tienen un formato y hay muy pocas estructuras que te dejen desarrollar un tema tanto como para, incluso, hacer una narración, aunque se lo puede, más o menos, transgredir. A mí gusta escribir canciones que no tienen melodía, en León Benavente hay muchas, más cercanas a eso que llaman spoken word, que también tiene que ver con el hip hop, fraseos que te permiten jugar con las palabras. Además no suelo escribir las letras y luego convertirlas en canción, me siento con el instrumento, con un bolígrafo y un papel y esto te va llevando por una estructura que puedes tratar de pervertir, sí, pero siempre vas a estar sujeta a ella. El hecho de solo tener el papel y el bolígrafo te da toda la libertad posible, sobre todo a mí, que no hago (porque no sabría hacerlo bien y porque no es el formato de poesía que me interesa) métrica o matemáticas con la poesía, lo que me interesa, precisamente, es toda la libertad que no me dejan muchas veces las canciones. En este poemario hay juegos de experimentación formal porque realmente me apetecía hacer algo que fuese totalmente libre.
Es bastante curioso, muchas veces voy apuntando títulos que se me ocurren y luego desarrollo lo que sea que escriba como una idea que llegue a ese título y con Esto no es una canción paso eso, me apetecía escribir un poema largo que está fragmentado en la primera parte del libro y que el primer verso fuese siempre ese y a raíz de eso se fuese desarrollando. Una vez tuve el poema escrito lo vi y pensé en que era un buen título para el libro porque además iba a resumir mi intención que era hacer algo distinto a las canciones que he hecho, sí quería dejar claro que no era un libro de recopilación de canciones que es lo que pasa muchas veces con gente que hace letra, nunca le he visto mucho sentido a eso, para mí las letras tienen sentido en el contexto en el que viven que es con la música.
Supongo que si tuviese que citar una máxima influencia en la escritura, ya no solo de poemas, incluso de canciones o en la manera en la que las escribo, diría que leer a Carver en su día, fue fundamental, esa sencillez tan clarividente al tratar los temas genera un tipo de emoción que a mí, desde luego, pocas otras cosas me han provocado, incluso hay un poema en este libro que viene de la estructura de un poema suyo. Pero también Carver como narrador, aunque como poeta, sobre todo, tiene una fuerza impresionante. Luego, leer a toda la generación beat, también hay en el libro un pequeño homenaje a Ferlinghetti. Me gusta mucho Anne Carson que la descubrí hace relativamente poco, ella juega con un conocimiento de todo lo clásico y lo presenta con una forma muy particular de ir hilando formatos que me parece increíble. También hay una poeta que se llama María Salgado que me gusta muchísimo, su poesía entra mucho más en lo performativo y eso me interesa, Mariano Peyrou y Rafa Espejo, españoles y contemporáneos, gente que voy leyendo por interés y con la que en los últimos años, por unas razones y por otras, he tenido bastante relación, más de la que normalmente suele tener un músico con el mundo de la poesía que se está haciendo ahora en España.
Sí, como disparadores. La segunda parte que es, para mí, el núcleo del libro y lo que da un poco sentido a las otras dos partes tiene que ver con eso, son poemas escritos en el lugar al que regresé, en el que estuve solo mucho tiempo, en el que llevaba muchos años sin estar pero que tenía grandes connotaciones para mí, porque es un pueblo en el que he pasado los veranos de prácticamente toda mi vida, lo suficientemente cargado de significados como para tener esa pulsión de escribir y, en especial, de escribir sobre esos recuerdos, algo que no es nada original pero era el tema que tenía adelante, no podía escapar a él, llevaba mucho tiempo pensando en ello.
A poco que estés medio informado y no intentes evadirte de la realidad creo que es una sensación generalizada, ya no hablo de todo lo que hemos vivido en el último año, sino de algo que venía de antes, de hecho el libro está escrito antes de la pandemia, esa sensación de apocalipsis inminente creo que la tenemos todos, con observar y tener un poco de información. Luego, también, supongo que esa es una de las razones por las que muchas veces una persona como yo necesita alejarse del mundo y encerrase en soledad, no estar demasiado en contacto con el exterior para no tener esa sensación, a lo mejor es una visión un poco pesimista del ser humano pero la verdad es que se ven cosas que sí te hacen creer que el mundo está cerca de explotar.
Sí, tengo en mente un segundo poemario, tengo el tema y el título pero no me he puesto todavía con él. Ahora he estado trabajando en un disco nuevo de León Benavente y lo que sí voy a hacer, y eso es inminente, es una presentación, un espectáculo (no sé cómo llamarlo), sobre el libro que estará listo a principios de otoño, creo que de alguna manera mi formación como músico ha hecho que el poemario tenga una especie de ritmo que yo me imagine interpretado en un escenario.
Recuerdo que cuando leí Las penas del joven Wherter en la post adolescencia, lo más romántico del mundo, algo se generó en mí. Pero empecé a escribir por Leonard Cohen.
Carver, nunca había leído nada igual. Aunque también recuerdo La vida instrucciones de uso de Perec.
Tengo tantos libros por leer que sé que no me va a dar tiempo lo que me queda de vida para leer todo lo que quiero.
Los que más me han sorprendido últimamente y se los tengo que agradecer a Violeta Gil quien me los mostró, son James Baldwin, novelista, poeta, ensayista, todo lo que escribe es increíble. También un poeta bastante joven, Hanif Abdurraqib, que ha hecho ensayos y ha escrito algo sobre hip hop, pero es esencialmente poeta, también muy increíble.
Patti Smith que es poeta y narradora, los últimos libros que ha publicado son preciosos.
No, pero hace poco tuve en el salvapantallas del móvil una foto que hice a un libro de poemas de Leonard Cohen que decía «careless is the way to go» frase que me parece bastante apropiada para la vida que estoy teniendo ahora.
Llevo dos meses sin leer porque estoy grabando un disco nuevo y normalmente cuando estoy en eso y paso todo el día en el estudio, al salir en mi cerebro no puede entrar ninguna información más, pero lo último que leí fue Ciudadana de Claudia Rankine, es una maravilla y muy interesante, aparte de todo lo que habla el formato del libro en sí es muy inspirador.
¿Qué objetousaron como traslador en el Mundial de Quidditch?