Una furia de alas negras de ALEX LONDON
No se suponía que debía vivir en absoluto -respondió él, serio-. Mis hermanos me querían muerto; esta montaña intentó matarme. Pero aún puedo reír porque estoy vivo. Puedo reír y llorar y amar y cantar, y cada vez que lo hago, le digo a la muerte que aún no me ha atrapado.
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